Mundialmente conocido por su masificado cruce de peatones, ser el barrio donde surgen las tendencias de la moda que posteriormente se diseminan por nuestro planeta y ser el hogar del famosísimo perro Hachiko (popularizado por la película protagonizada por Richard Gere), el barrio tokiota de Shibuya suma un nuevo aliciente: albergar el mayor número de baños públicos de diseño del mundo.
Con una población de más de 200.000 habitantes y una densidad de 13.540 personas por km², esta gran «casa» por la que pululan tantas personas a lo largo del día y de la noche necesitaba unas instalaciones acordes con el carácter vanguardista de la zona y que se alejase de la idea de suciedad que se suele tener cuando pensamos en un baño público de mucho tránsito.
Para ello, el gobierno local así como la organización privada The Nippon Foundation, han creado el proyecto The Tokyo Toilet donde reunen a 16 de los creadores japoneses más importantes del panorama mundial, basándose en la idea de que el baño público es una muestra más de la hospitalidad de la ciudad.
La gran mayoría están situados en zonas de recreo frecuentadas por turistas como parques y plazas, pero también podemos encontrar algunos en parcelas menos turistificadas como el espacio frío de cemento y lleno de grafittis en el que se encuentra el baño ideado por Nao Tamura, quien basándose en el tradicional Origata (arte de envolver algo de forma decorativa y origen del origami verdadero), y en la idea de «dar» como hospitalidad, crea un edificio que hizo pintar de rojo para ubicarlo rápidamente con la vista y favorecer aún más su acceso.
Al situarse otros baños en parques, creadores como Fumihiko Maki se inspiran en zonas infantiles como el tobogán pulpo de Ebisu East Park para imaginar un baño que recuerde a un calamar, con bancos y zona de descanso, alejándose de la idea de mole de cemento impersonal que podemos ver en otras ciudades.
Pero quizás los baños que más han llamado la atención hayan sido los diseñados por Shijeru Ban, un referente en la arquitectura humanitaria al auxiliar a víctimas de catátrofes en distintas zonas del mundo mediante la creación de arquitecturas provisionales (como las creadas en Fukushima tras el terremoto o los hospitales efímeros que se han podido ver en Asia para auxiliar a las víctimas del coronavirus).
Tanto en el Yoyogi Fukamachi mini-park como en el Haruno-no-ogawa Community Park, el arquitecto japonés Shijeru Ban, usando cristales transparentes de colores para sus paredes, crea la ilusión de que nos encontramos con unas linternas que iluminan el interior del parque.
De primera hora puede chocar la idea de un baño público con paredes de cristal transparentes, pero este sin sentido cobra razón de ser cuando una persona entra en el baño. En ese momento, los cristales se hacen opacos y no dejan ver su interior; es entonces cuando a primera vista sabemos que un baño está ocupado antes incluso de acercarnos a él para comprobar que está la puerta cerrada.
Esta transparencia hace que se pueda comprobar también si está limpio así como los hace muy seguros por la noche, al ver claramente su interior vacío.
Todos los baños públicos de este proyecto, al igual que ocurre con la gran mayoría de baños japoneses que suelen causar asombro – y algún que otro desconcierto inicial- al turista medio occidental, poseen todo tipo de facilidades para sus usuarios, con independencia de su sexo o grado de movilidad.
Como en otros aspectos, Japón se ha adelantado a lo que poco a poco veremos en nuestra vida cotidiana: un modelo de instalaciones públicas mucho más accesibles, funcionales y atractivas para configurar estas «grandes casas comunales» que son nuestras ciudades.
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