La pintura anti-epidemias.

Una de las características más reconocibles de las casa del sur de nuestro país es su blancura. Todos hemos visto imágenes y hemos escuchado hablar de las casas encaladas que con tanto esmero mantenían (y mantienen) en esos preciosos pueblitos. Pero, ¿sabías que no es sólo una cuestión estética? Sigue leyendo, que hoy te cuento de dónde viene esa costumbre y por qué es tan bueno cuidarla.

Desde tiempo inmemoriales la cal ha sido muy utilizada por ser el material más fiable y resistente de los usados en la construcción; prueba de ello la encontramos presente en el revestimiento de las pirámides de Egipto y en algunas construcciones del sur peninsular prerromanas.

Los romanos la usaron como aglomerante en sus construcciones – en la forma de mortero de cal – y como revestimiento de las paredes. Los árabes continuaron con esta tradición de encalar las casas, además, al descubrir que servía para refrescar el interior de éstas.

Pero fue a partir de las epidemias de peste acaecidas en los siglos XVI y, sobre todo, el XVII cuando se vio que las casas que estaban encaladas – al ser la cal alcalina con efecto bactericida – evitaban la propagación de la peste y limitaban sus efectos; entonces las autoridades recomendaron la cal para evitar la propagación de enfermedades y epidemias, generalizándose su uso en edificios que podían tener riesgo de contagio (hospitales, conventos o edificios públicos).

La pintura de cal puede ser de varios tipos (interior o exterior, estuco, jabelga, sellador mineral o pintura de silicato) y tiene las siguientes ventajas:

  • Son pinturas totalmente ecológicas (al tener como base elementos naturales y elaborarse en hornos de leña).
  • Son transpirables pero, a su vez, impermeables. Aunque permiten que la pared respire no permite que las filtraciones de agua atraviesen la pared.
  • Destacan por su gran blancura y nitidez además de por su buena lavabilidad, que permite que sea fácil lavar una mancha que se ha producido en una pared encalada.
  • Resistente a las inclemencias meteorológicas.
  • Tienen buena conductividad térmica -permitiendo que no haya contrastes entre zonas frías y calientes de la casa y no proliferen hongos ni zonas ennegrecidas.
  • Su estructura cristalina consigue una refracción de los rayos UV, manteniendo la casa fresca en verano y consiguiendo un ahorro energético en climatización.
  • Son pinturas fungicidas, biocidas y antialérgicas, porque la composición de la cal evita que se asienten las bacterias, el moho o los líquenes.

Que nuestros mayores son sabios, lo teníamos claro. Pero, ¿a que no sabías que sus tradiciones podían ayudarnos a tener un mejor futuro? 😉


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